Lydette Lanzó Rivera

The sun hasn’t been cooperating for the last couple of days. As soon as I leave my house, the unpredictable rain has forced me to change my plans. Today, the sun is shining bright, so it’s the perfect opportunity for me to walk around and breathe in some fresh air. The Condado area is always nice, so I might as well wear my bathing suit underneath. In Puerto Rico, you never know when you’ll end up in the water...

Home to one of the best baseball teams in Latin America, Los Criollos; and the ideal place to be on the last Friday night of the month to enjoy the Al Fresco, an art and gastronomy fest. Step in and show up to see what Caguas has in store for you...

Lunch hour is such a special time. It’s been a long morning, and the stomach starts to rumble. It’s those times where I venture onto items in plain sight because I’m too hungry to process any more information. That’s how I stumbled upon “Fondeando: fondas, restaurants típicos y chinchorros / Eating Local in Puerto Rico”, a gastronomy book by Tere Dávila and Paola Nogueras, which detail the fondas found throughout the Island...

One of my favorite views while driving west of the island is right when the PR-22 merges with PR-2 on the way to Aguadilla. The road takes a slight curve and the ocean is seen at a glance, far away. If the sky is clear, the shades of blue play well with the green landscapes around. It’s home for me, and never ceases to amaze me. It’s a gentle reminder of all the little things Puerto Rico has to offer...

Tres meses luego del huracán María, el teléfono suena, pero no logra conectarse. En un segundo intento se escucha una voz a lo lejos, entrecortada. “Hello… ¿me escuchas?”, pregunta Michael Sánchez Millán. En su casa aún no hay señal constante, a pesar de que hace unos días el gobierno estimó que el 95% de las comunicaciones habían sido restablecidas en el País.

En la escuela, solía meterse en problemas por hablar mucho. Cuando le gustaba una compañera, se lo decía, pues se le hacía difícil mantener sus secretos. Sin embargo, ese deseo innato de querer contar sus experiencias vergonzosas, con el propósito de hacer reír a otras personas, llevaron a Vicente Ydrach Rodríguez a ser comediante.

Entre recuerdos y alusiones a su niñez, el trompetista y compositor, Humberto Ramírez, recuerda su sueño de querer ser baloncelista profesional, lo cual tuvo que dejar a un lado, ya que no contaba con la altura para serlo. Sin embargo, conmemora a sus 11 años, el momento exacto en el que su padre, también músico, le presentó la trompeta por vez primera, que despertó su pasión por la música.