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Humberto Ramírez, instrumento musical para los jóvenes

Entre recuerdos y alusiones a su niñez, el trompetista y compositor, Humberto Ramírez, recuerda su sueño de querer ser baloncelista profesional, lo cual tuvo que dejar a un lado, ya que no contaba con la altura para serlo. Sin embargo, conmemora a sus 11 años, el momento exacto en el que su padre, también músico, le presentó la trompeta por vez primera, que despertó su pasión por la música.

Sus tiempos de vivencia en el Viejo San Juan, en un hogar lleno de instrumentos, funcionaron como guía para desarrollar su oído musical, debido a las tertulias entre su padre y otros músicos contemporáneos. Gracias al estímulo de sus padres, Ramírez se desenvolvió en un ambiente artístico. “Mi papá estaba tocando saxofón todos los días, y escuchando música”, expresó Ramírez, quien declaró la música como protagonista en su vida. Aun así, recuerda a aquellas personas que, durante su juventud, le recomendaron no proseguir una carrera artística, ya que le decían que “eso no deja mucho dinero”, comentó. “Me puse sordo ante ellas”, y el resto es historia.

En el 2012, Ramírez comenzó con el proyecto de los talleres de jazz para jóvenes músicos en la Escuela de Bellas Artes en Guaynabo, los cuales actualmente da en el Colegio San Ignacio en Río Piedras durante el verano. Con la idea de brindarles a los jóvenes una muestra del entorno musical, Ramírez se entregó melódicamente a la educación.

“Un día yo no voy a estar. Es [mi] responsabilidad entrenar, educar y preparar a nuevas generaciones de músicos que, en algún momento, se convertirán en protagonistas de la música de Puerto Rico”.

Su interés en desarrollar a estos jóvenes nació del desatendimiento por parte del gobierno en el área educativa para promover el talento artístico. “El Departamento de Educación, en realidad, no ofrece las herramientas apropiadas para desarrollarlos”, opinó Ramírez. Por ende, sus talleres les brinda una oportunidad a los jóvenes músicos desde los 12 años de llenar ese vació, el cual describió como uno “muy grande”.

Por esta razón, Ramírez le sugiere al gobierno que asigne más presupuesto para las artes. Según el músico, de alguna forma, “todos estamos atados a una expresión artística”. Las personas escuchan música durante el día, sino leen libros o ven televisión; sin embargo, el gobierno “le quita presupuesto a las artes, en vez de añadirles”.

La juventud se identifica con la música de su generación, en este caso, el reggaetón, lo cual “no está mal”, pero hace notar la carencia de información y educación en relación con la historia musical del país. “Les preguntas [a los estudiantes] quién es Antonio Paoli y se quedan mirando para el techo”, relató Ramírez acerca de su curso de apreciación musical en el Colegio Adianez, donde muchos de los estudiantes, al principio, desconocen sobre figuras de la música autóctona puertorriqueña.

“Todos los jóvenes deben de identificarse con estas cuatro expresiones musicales”, donde menciona la bomba, la plena, la danza y la música jíbara. Según Ramírez, son géneros que definen nuestra cultura, por ende hay que mantenerlos vivos, ya que “la historia musical de Puerto Rico tiene un prestigio en el mundo entero”.

Para el trompetista, sus padres fueron esa fuente de apoyo desde siempre. Como resultado, él desea que los padres de sus estudiantes siempre muestren esa presencia incondicional. Por medio de sus alumnos, Ramírez ha visto el orgullo y dedicación de los padres por el talento de sus hijos. No obstante, algunos estudiantes no reciben el mismo respaldo, porque los padres “no están seguros que eso es lo que deben de estudiar”. Al contrario, Ramírez responde: “Ningún oficio que tú estudies, te garantiza que vas, inmediatamente, a conseguir trabajo”.

Su recorrido como educador de estos jóvenes, le provee una nueva perspectiva en la música. “Ellos me transmiten información”, ya sea por los métodos de aprendizajes o las diferente técnicas de los estudiantes.

Para Humberto Ramírez, ver a un sinnúmero de jóvenes talentosos crecer y desarrollarse en la música trasciende todas las dudas impuestas por esas personas que una vez le dijeron que una carrera artística no le brindaría frutos.